La situación actual ha precipitado la incorporación del teletrabajo en las empresas y, probablemente, haya venido para quedarse. La transición lógica es que el teletrabajo deje de ser una excepción para convertirse en una realidad normalizada. Ello supondrá un cambio en el modelo de negocio de muchas empresas y, por extensión, la relación con sus clientes. Las empresas se han dado cuenta que el rendimiento de sus trabajadores no se reduce, más bien se incrementa, abriendo la posibilidad de reducir los costes fijos que supone tener unas oficinas con la suficiente capacidad para albergar a todos sus trabajadores. El espacio físico se aventura como un coste innecesario o, cuanto menos, no imprescindible, como ocurría hasta ahora.